Humildad, ambición y liderazgo

La humildad, la ambición y el liderazgo.

Esta es la reflexión de hoy. En un domingo caluroso del mes de junio, me gusta dedicar unos minutos a pensar en que necesita nuestra sociedad y qué es lo que entiendo que se debe rechazar claramente.

Como he hablado en miles de ocasiones el concepto de liderazgo se ha pervertido en nuestro vocabulario. Se utiliza el término liderazgo para identificar el número uno de un partido político, de una empresa o de una organización.

Y no siempre, los números uno son líderes.

Puedes pulsar aquí para leer más sobre liderazgo…

El líder es aquella persona que ha trabajado los tres aspectos: conocimiento, experiencia (profesional, política, y personal) y desarrollo personal (también el emocional).

Un líder sabe definir objetivos, sabe ilusionar, sabe hacer el camino y sabe implicar a las otras personas para alcanzarlos.

Son miles los artículos académicos que avalan esta definición.

A lo largo de mi vida profesional y académica, personalmente he añadido siempre a estos conceptos que una persona es líder cuando es capaz de hacer que el objetivo que quiere alcanzar es bueno para él, bueno para su equipo y bueno para todos. Es difícil, pero es posible. Y cuando se consigue, esta es la prueba de que una persona es líder.

Una persona que quiere conseguir objetivos importantes, –y normalmente los objetivos importantes se refieren a mejorar la vida de las personas-, debe tener el coraje y la voluntad para hacerlo.

Y ahora es momento para referirnos al concepto de ambición.

Pulsa aquí para ver la definición de ambición por la Real Académia Española

Es fácil justificar la ambición. Hay quien dice que la ambición bien entendida es buena.

Personalmente no lo comparto.

Para mí la ambición siempre es negativa. Cuando se habla de la parte positiva de la ambición, personalment digo  que es fuerza de voluntad para alcanzar objetivos importantes.

En general la ambición es una expresión muy clara de la necesidad de ser, tener o mostrar poder y tener todo lo que sea necesario para ostentarlo. Es decir, o dinero o / y posición social.

Dicho de otra manera, para mí referirse a la parte positiva de la ambición es utilizar una argucia lingüística para justificar el deseo y la necesidad de querer ocupar posiciones relevantes para compensar carencias internas.

El liderazgo es inversamente proporcional a la arrogancia, a la soberbia y a la altivez.

El verdadero líder necesariamente es humilde.

Y se es humilde cuando se tiene un buen equilibrio interno, es decir equilibrio personal y por tanto también equilibrio emocional.

La prueba más clara es como un alto directivo (sea del ámbito que sea: político, empresarial o social), trata a las otras personas. Si es dialogante, escucha, hace equipo, es respetuoso y trabaja con los demás para alcanzar grandes objetivos, es líder.

Ser líder no es ser importante.

Ser líder es conseguir transformar la vida de las personas y de las organizaciones -a veces de forma anónima-.

Cuando hablo de desarrollo personal y de equilibrio emocional estamos hablando de un proceso difícil de hacer, seguir y conseguir. El equilibrio personal es dinámico. Nunca se llega de manera definitiva, justamente porque somos humanos y por tanto cambiantes e imperfectos.

La madurez personal debe llevar forzosamente el equilibrio emocional. Sólo así una persona puede estar ocupando puestos de responsabilidad y tener la capacidad de incidir en los cambios sociales y organizacionales.

Los principales síntomas de falta de madurez personal y por lo tanto de falta de liderazgo es tener la necesidad de ser importante, de ostentar cargos importantes y tener posiciones que aporten dinero, aunque no tengan sentido. Esto es ambición. Por lo tanto es lo contrario de liderazgo.

El líder trabaja para ocupar posiciones que le permitan transformar organizaciones o la sociedad.

Ciertamente un buen líder puede ocupar -y muchas veces ocupa-, posiciones relevantes socialmente, pero no como necesidad sino como resultado de su trabajo y de su manera de ser y de hacer. Y como no, tiene sentido que para ocupar esta posición tenga los ingresos que le corresponden a su responsabilidad.

Estamos pues en una sociedad, en la que es más necesario que nunca, potenciar los verdaderos líderes. Es fundamental que todos entendamos que las personas que tienen responsabilidades políticas, sociales y empresariales sean aquellas que tienen un compromiso claro por su formación, por el conocimiento y el desarrollo personal. Sólo así podrán tener la capacidad de trabajar por valores.

Liderar es actuar por valores. Es tener la capacidad de ser coherente con lo que se piensa, se dice y se hace.

Pocos políticos y pocos directivos son capaces de hacerlo. Y los que lo hacen a veces pasan al anonimato.

Pero … ¿es que hay que ser importante socialmente?

Lo importante es poder actuar y transformar la sociedad desde los valores. Y esto se puede hacer desde el más absoluto anonimato o desde posiciones socialmente relevantes.

Lo que la sociedad hoy nos pide, es tener políticos y dirigentes que entiendan qué es el liderazgo. Humildad. Voluntad de servicio. Compromiso. Sinceridad. Honestidad. Respeto.

Todos los discursos que se fundamentan en justificaciones para ser o estar en determinadas posiciones (aunque sea traicionando los propios valores) son caminos de ambición y esta es la que muestra al mundo la debilidad de lo que se piensa líder y es poco más que una pobre persona que necesita ser importante compensarse sus propias debilidades.

  • Es tiempo para recordar a aquellos que han dejado de tener responsabilidades políticas o sociales por haber defendido firmemente lo que creían.
  • Es tiempo para reconocer los que han sido coherentes de principio a fin, aunque los hechos les envíen el cubo del anonimato. Sólo la historia los reconocerá (o no) por lo que han hecho.
    Y sólo su conciencia les compensará por haber actuar de acuerdo con lo que creían y de acuerdo con sus valores.
  • Es tiempo para decir en  voz alta y clara que nuestra sociedad necesita líderes, en el sentido más puro de la palabra.
  • Y es tiempo para pedir que quien ostente puestos de responsabilidad trabaje realmente para su liderazgo. Sólo así nuestra sociedad puede avanzar.

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