El conocimiento: factor clave para afrontar la 3ª década del siglo XXI.

El conocimiento: factor clave para afrontar la 3ª década del siglo XXI.

Vivimos en un sociedad que, en general, da poco valor al conocimiento.

Lo hemos dicho muchas veces: todos nos llenamos la boca de la importancia del conocimiento. De la educación y de la formación. Pero realmente los diferentes gobiernos le dedican insuficientes recursos y poca atención. Pero no son sólo los gobernantes los únicos que tienen responsabilidad en esta falta de atención en el conocimiento. Todos nosotros la tenemos. Cuando actuamos y opinamos sin rigor, estamos contribuyendo a menospreciar el conocimiento. Las redes sociales lo favorecen, dando más importancia a los likes y los retwits que a los contenidos que se expresan.

El conocimiento incluye lo que en inglés se identifican como “hard skills” y las “soft skills”.

En el siglo XXI el verdadero valor de las organizaciones son las personas.

Es cierto que la tecnología, la digitalización y la robótica son hoy una realidad para muchas empresas y que será una realidad que se impondrá a todas ellas en un futuro inmediato y a medio plazo.

La incorporación de la tecnología es un hecho relativamente “simple” de hacer. Son muchas las empresas especializadas que pueden asesorar y la pueden implantar. Por lo tanto a la hora de competir, las empresas podrán hacerlo desde los mismos, o equivalentes, recursos técnicos. Están en el mercado.

Desde hace unos años, las principales empresas tecnológicas se dieron cuenta que sólo dando valor a las personas, podían alcanzar sus objetivos.

Sólo necesitamos recordar los modelos que desde hace años han incorporado empresas como Microsoft, Google o Apple, entre otras. Estas empresas, pioneras en su tiempo y hoy punteras en el mundo, se dieron cuenta que tenían que hacer todo lo posible para captar y retener el talento. Supieron que la tecnología crecería y daría alto rendimiento, sólo en función del talento del que dispusieran.

Ellos saben que saber gestionar personas, sería el elemento diferencial.

Es por eso que se lo quisieron poner fácil a las personas desde el principio para que se sientan cómodas en las organizaciones. Flexibilidad de horarios, teletrabajo, espacios abiertos, espacios para compartir, facilidades para hacer deporte, estructuras muy horizontales, eran algunos de los elementos que contribuían a hacer sentir bien a las personas y por lo tanto eran acciones que facilitaban la permanencia en la empresa.

Un elemento clave era darles espacio y potenciar y permitirles activar y expandir su talento y así empujarles a  sentir que formar parte de la organización tenía sentido intrínseco por ellos.

Estas empresas también descubrieron que les era imprescindible disponer de directivos con liderazgo que fueran capaces de hacer sentir bien a la plantilla. Seguramente hicieron de la necesidad, virtud.

Una manera de dirigir focalizada en respetar y hacer sentir bien a las personas, les daba un alto rendimiento económico. Y para conseguirlo era imprescindible que los “mejores” profesionales quisieran formar parte de la organización.

El conocimiento por lo tanto debe ser visto y tratado como un factor clave de la organización.

Un conocimiento que va más allá de las competencias técnicas adquiridas. Estas empresas disponen de graduados en ingeniería, en telecomunicaciones, en informática y en todas las disciplinas técnicas. Pero también han incorporado los perfiles de humanidades. Son empresas que saben que sólo desde la combinación entre el conocimiento técnico y el humanístico, el resultado y los objetivos se pueden alcanzar.

Las empresas de la tercera década del Siglo XXI, tendrán que aprender a valorar el conocimiento y el talento de todos y cada una de las personas que querrán formar parte de una empresa que deberán ser tratados con cuidado y con respeto.

El talento permanecerá en las empresas en la medida que los valores les sean respetados.

El talento huye del autoritarismo, de la desconfianza, de la falta de ética y de la falta de justicia entre los miembros de la organización o con otros stakeholders así como la falta de transparencia.

En un mundo cada día más tecnológico, las personas tienen y tendrán cada vez más importancia.

Que nadie piense que la tecnología habrá ganado a las personas. Las personas, son y serán el bien más preciado de las organizaciones. Y las personas son en definitiva las depositarias del conocimiento que puede activarse, puede crecer y puede expandirse.

Por todo ello necesitamos directivos que pasen a ser líderes, capaces de funcionar por valores y en el mundo que vivimos y el que se nos acerca, nos obliga a  cada uno de nosotros a ser directivos líderes, ocupemos el lugar que ocupamos en la sociedad.

Es posible. Es necesario. Se puede y se debe aprender y hacer.

Hagámoslo.

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