La educación: el pilar fundamental de una sociedad

Nuestro país es joven en diferentes aspectos. Es joven nuestra democracia. 40 años aún se muestran insuficientes para superar los 40 años de dictadura. Podrían haber sido suficientes si se hubiera trabajado a fondo en los aspectos clave para crear una sociedad democráticamente madura.

Uno de los principales pilares en los que se sustenta una sociedad es la educación y ésta no ha sido la prioridad de ninguno de los gobiernos, ni del español ni del catalán. Obviamente no lo fue en la etapa de la dictadura, pero tampoco lo ha sido en la etapa democrática.

Ha faltado un verdadero acuerdo político para hacer leyes que permitieran la creación de un sistema educativo sólido y dotado de suficientes recursos.

Educar va más allá de formar. Se forma en conocimientos y se educa en la suma de conocimientos, valores y actitudes.

Del mismo modo que ocurre en otros campos, -como es la sanidad y la seguridad-, los profesionales con vocación de servicio han hecho posible un sistema que ha dado respuesta a lo que requería mínimamente la sociedad. Pero no podemos obviar que si se ha salido adelante con una cierta dignidad, ha sido por la dedicación y entrega de los profesionales aunque no hayan tenido el apoyo necesario gubernamental.

Ni los gobiernos de España ni de Cataluña, han hecho en estos 40 años un compromiso político firme para apoyar la educación: infantil, primaria, secundaria, formación profesional, formación continua, formación universitaria e investigación.

Pasan los años y las décadas se encadenan manteniendo los discursos sobre la importancia de hacerlo así como las demandas de su imperiosa necesidad.

La falta de atención y de recursos en educación (profesorado, número de alumnos por aula, metodología, herramientas didácticas, infraestructuras, personal de apoyo ..), empobrece la sociedad.

Una educación de calidad logra que las personas sean capaces de crear sus propias opiniones, tener criterio propio, ser más creativas y más atrevidas para poner en marcha sus propios proyectos. Las empresas y las organizaciones (públicas y privadas) necesitan del talento para poder funcionar. La educación y la formación dan visión amplia y global lo que permite comprender la realidad de una manera más precisa.

La educación y la seguridad en uno mismo, están estrechamente ligadas.

Vivimos en una sociedad en la que el miedo y la inseguridad ocupan un espacio importante.

Fijémonos como nuestra sociedad, –vista como un sistema, como un conjunto-, tiene miedo a quedarse sin trabajo (los que tienen), miedo a no encontrar trabajo, miedo a crear empresas, miedo a emprender .. .

Esta “inseguridad” la tenemos por diferentes motivos. Tenemos inseguridad porque vivimos en un sistema que nos la crea y nos la hace sentir: Son ejemplos: el trabajo temporal, el trabajo de baja calidad así como la falta de apoyo a las pequeñas y medianas empresas, entre otros.

También nos crea inseguridad, un sistema que no genera oportunidades.

Se habla de la falta de oportunidades para los jóvenes. Y es cierto. Son el colectivo que se les pide más esfuerzo para formarse y para adaptarse a las condiciones sin que puedan saber a dónde van y dónde pueden llegar. Tenemos ahora la generación más formada, con menos certezas delante.

El debate sobre la falta de adecuación de los conocimientos de los jóvenes a las necesidades de las empresas es permanente e histórico al que nadie ha sabido o querido dar respuesta.

También el debate sobre la importancia de acercar la universidad y la empresa y el de hacer una apuesta clara por la formación profesional es eterno.

Y también nos referimos a menudo a la falta de oportunidades para los mayores de 45 o 50 años. Todos hemos escuchado las reflexiones sobre si es importante valorar la experiencia o la frescura de la juventud.

El tema de fondo afecta pues a los jóvenes y los mayores y los que tienen edad intermedia entre ambos.

La raíz del problema y la respuesta no es encuentra en la edad. Es necesaria la juventud para aportar ideas, frescura e innovación en las empresas, y es necesaria la experiencia, el equilibrio y la madurez de los más grandes. La clave es que todos tengan oportunidades, pues todos ellos son necesarios y todos ellos aportan.

Una sociedad que hace una clara apuesta por la educación, educa también a la política. Los políticos no son personas que viven al margen, sino que son personas que nacen, crecen y forman parte del sistema en el que vivimos.

Si tenemos políticos con una educación sólida podrán diseñar políticas que sean creadoras de oportunidades y den opciones a jóvenes y grandes.

Actualmente estamos viviendo el resultado de esta falta de compromiso en la educación. Hemos formado a muchos jóvenes. Es cierto. Los hemos formado técnicamente. Tenemos ingenieros, médicos, biólogos, filólogos, filósofos, historiadores, arquitectos … que buscan trabajo que se ajuste a esta formación. Algunos de ellos lo encuentran en otros países que los acogen con los brazos abiertos, porque valoran el talento.

Nos queda pues pendiente, educar. Nos falta educar al políticos, los medios de comunicación, los empresarios, los trabajadores, los estudiantes y los directivos. Tenemos aún pendiente educar en valores, en actitudes, en potenciar la creación de criterio propio y de opinión fundamentada en el rigor y en el conocimiento.

Necesitamos educar a los políticos para que apuesten por hacer una sociedad que dé oportunidades para jóvenes y para mayores y conseguir que el miedo no sea la herramienta que nos rige la vida de todos.

La vida siempre nos ofrecerá incertidumbres, porque nadie conoce el futuro. Pero una sociedad que apuesta por la educación, pone cimientos para saberse manejar.

Es pues el momento para hacer un pacto de estado para la educación que perdure a lo largo de los años. Hay que dotar al sistema educativo de todos los recurso necesarios y hacerlo escuchando la voz de los que más saben: profesores y educadores, y empresarios y trabajadores para la formación para el empleo.

Este es el único camino para tener una sociedad digna, que avance sin miedo a manejar las incertidumbres.

Necesitamos políticos que quieran, o sepan hacerlo. También es su futuro y es el de sus hijos y de sus nietos.

Es necesario que nos pongamos a ello … La sociedad nos lo urge.

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