sobre la (in)sensibilidad del líder
Sobre la (in)sensibilidad del líder
Quienes me conocéis sabéis que he dedicado casi media vida en el desarrollo del liderazgo y uno de mis focos de atención es observar la sensibilidad o insensibilidad del líder. Es un buen parámetro para identificar su capacidad de actuar, o no, por valores.
Es frecuente encontrarme con personas a quienes les digo que tienen condiciones para ser líder y no son conscientes de ello, –al menos inicialmente-. El motivo es que, culturalmente, nos han enseñado que decir que se es o se quiere ser líder está mal visto. Nos han educado para ocultar aquello en lo que somos buenos y a menudo ante el reconocimiento de nuestras fortalezas tendemos a quitarles importancia o a minimizarlas.
Estas actitudes conviven con las personas que se creen superiores como respuesta a sí mismos de sus propias inseguridades. Estas personas algunas veces son conscientes de sus carencias y son autodefensivos, mientras que otras, cancelando incluso su insconsciente, han llegado a convencerse de que son, “simplemente” superiores a los demás.
Una actitud muy triste y que sólo merece compasión.
La prepotencia, el desdén, la falta de respeto así como todo sentimiento de superioridad respecto a los demás, es una muestra de las propias carencias e inseguridades personales.
Todos tenemos inseguridades personales y todos podemos trabajarlas haciéndonos conscientes de ellas y evitando tener actitudes “perversas” respeto a los demás.
Las personas que son especialmente inseguras y no quieren reconocerlo ni trabajarlo suelen hacer gala de que son “líderes” porque han aprendido a ser insensibles. Y son estos falsos líderes quienes se atreven a tomar decisiones que afectan a otros sin ningún tipo de respeto, cuidado o sensibilidad.
Este falso modelo de liderazgo ha llegado a la política. Cada vez es más frecuente encontrar personas que llegan a lugares relevantes porque dicen que su “fortaleza” es haberse adaptado el “todo vale” para alcanzar sus objetivos, generalmente relacionados con el alto posicionamiento social.
No se puede promocionar a quienes se autoproclaman líderes haciendo bandera de que han llegado a ocupar lugares relevantes porque tienen la capacidad de ser insensibles al entorno.
En politica se ha normalizado destituir a todos los directivos ante un cambio de gobierno e incluso con cambios puntuales de ministros o consejeros, sin tener en cuenta su capacidad, eficacia y formación. Solo por filiación o no filiación política. En general se destituyen con poca o nula sensibilidad para quienes son destituidos y por el servicio que prestaban a los ciudadanos. También a la inversa se produce, por filiación política no se destituye a quienes no ejercen bien su responsabilidad. También ello es una falta de respeto a la ciudadanía.
Me preocupa escuchar la frase “sé que me dirán de todo, pero eso forma parte de mi trabajo de político y a mí me da igual, no me afecta” o “ser político es tener la capacidad de ponerse un impermeable y no afectarse. “o “ahora gobiernas los míos, es lo que toca“.
Ciertamente la política ha llegado a un nivel de degradación en el que se ha normalizado “el todo es válido“. En ningún caso podemos aceptar que ni políticos ni ciudadanos lo practiquen o lo permitan.
Quiero destacar que hay políticos que actúan de acuerdo con los valores y estos no son noticia.
Nuestra sociedad debe trabajar y pedir ser gobernada por políticos y directivos con liderazgo. Es decir políticos y directivos que actúen de acuerdo con los valores del respeto, la honestidad, la humildad, el compromiso con la sociedad, la eficacia y con sensibilidad.
En mi blog comparto reflexiones y pensamientos sobre los fundamentos que han de garantizar el buen funcionamiento de las organizaciones, situando en el centro a las personas y poniendo énfasis en la dirección por valores y en el liderazgo de los directivos.
En un momento como el actual, el respeto, la potenciación del talento y el establecimiento de relaciones de confianza son necesarios para el éxito de las empresas.