La prepotencia no es para el líder
Son diversos los modelos de liderazgo que rigen en las organizaciones. Encontramos múltiples clasificaciones y entre ellas podemos identificar el liderazgo jerárquico, transaccional, transformacional, carismático…
Durante muchos años, el liderazgo jerárquico ha regido las organizaciones. Un “jefe” manda y un conjunto importante de “trabajadores/obreros” obedecen. Podríamos decir que este fue el modelo que imperaba en los tiempos de la revolución industrial.
Afortunadamente los tiempos han cambiado y también lo ha hecho el modelo de liderazgo en las organizaciones.
Actualmente las empresas y las organizaciones tienen su fundamento en el talento. Jóvenes y no tan jóvenes están cada vez más formados. A menudo su nivel de formación es mayor que el de sus “superiores jerárquicos”.
El modelo jerárquico de las organizaciones ha evolucionado. Las empresas con mejores resultados aplican modelos jerárquicos horizontales y sus directivos saben que el éxito de sus proyectos y organizaciones pasa por dar espacio al desarrollo del talento. Saben que su éxito es el respeto a las personas de la organización.
No se puede confundir jerarquía organizativa con modelo de liderazgo jerárquico.
Todas las organizaciones tiene una cierta estructuración jerárquica. Las mejores empresas son más horizontales. Pero hay organizaciones que por definición son jerárquicas. Por ejemplo: el ejército o la polícia. En estas organizaciones jerárquicas es posible y necesario implantar el modelo de liderazgo transformacional.
El liderazgo transaccional (intercambio, premio/castigo) sigue funcionando en algunas organizaciones. Poco a poco las empresas más modernas y con mejores resultados (también económicos) implantan modelos alejados del liderazgo jerárquico y transaccional.
Ocupar un puesto jerárquico superior en la organización no significa ser superior a las demás personas. Significa que tienen un conjunto de responsabilidades (en general más complejas) que les son propias.
Confundir puesto jerárquico superior con ser superior es el ejemplo más claro de la falta de liderazgo de los directivos.
La prepotencia de algunos directivos se sostiene por su “ubicación” en un organigrama pero en realidad lo que muestra es la falta de liderazgo de quien la ejerce.
La prepotencia es la respuesta a las propias carencias y a las inseguridades personales tejidas y creadas en su infancia.
Hoy el verdadero valor de las organizaciones son las personas, con su talento, sus capacidades y su compromiso.
Las empresas y organizaciones dirigidas por personas con actitudes prepotentes estan condenadas a perder el talento y con ello, la propia organización.
Es tiempo para el liderazgo transformacional. Es tiempo para directivos humildes y con valores. Es tiempo para comprender que la jerarquía organiza pero en realidad todas las personas aportan su valor. Comprenderles y repetarles es el reto. Dearrollar el propio liderazgo es una necesidad.
En mi blog comparto reflexiones y pensamientos sobre los fundamentos que han de garantizar el buen funcionamiento de las organizaciones, situando en el centro a las personas y poniendo énfasis en la dirección por valores y en el liderazgo de los directivos.
En un momento como el actual, el respeto, la potenciación del talento y el establecimiento de relaciones de confianza son necesarios para el éxito de las empresas.