La fina línea entre lealtad y fidelidad

Vivimos en la sociedad del ruido. Estamos bombardeados de información y dentro de este volumen hay lógicamente muchas palabras, pero de un número menor de conceptos. La palabra “valores” se usa prácticamente como una “comodity” (sirve para todo), mientras que sólo una parte de la sociedad ejerce una vida fundamentada en valores. También este colectivo, -el que quiere actuar y actúa de acuerdo con los valores-, hace errores, pero tiene el coraje de intentarlo.

En este blog y en nuestra vida, podríamos hablar abastamente sobre valores.

Hoy tengo la intención de compartir una reflexión sobre lealtad y fidelidad.

En la cultura en la que vivimos, hemos escuchado muchas veces que es importante ser fiel. Fiel a la pareja. Fiel al trabajo. Fiel a la institución. Fiel al partido político. Fidel a los amigos. Fiel a los directivos.

Pero qué es la fidelidad?

Si buscamos una definición encontraremos que es: “la firmeza y constancia de los efectos, ideas y obligaciones en el cumplimiento de los compromisos establecidos“. Como ejemplo encontramos: “los reyes hacían jurar a sus súbditos fidelidad al monarca, implicando obediencia y sumisión”.

Podemos ver, que la fidelidad es en buena parte una “obligación” que coarta la libertad, pero sobre todo, es lo contrario de establecer relaciones de confianza.

Las relaciones de confianza se fundamentan por encima de todo, en una relación de respeto a las otras personas. La sumisión es pues por naturaleza, una falta profundo de respeto.

Y qué es la lealtad?

Encontramos la siguiente definición: “Es un sentimiento de respeto a los principios morales, a los compromisos establecidos o hacia una persona“.

Podemos ver que la lealtad es un valor en sí mismo, que conlleva respecto a las personas que establecen una relación, bien sea social o laboral.

En el entorno político, empresarial y social, los valores de la fidelidad y la lealtad se confunden.

Es mucho más simple y fácil ser fiel que leal.

De hecho en muchas ocasiones la fidelidad es un espacio que sirve de refugio para evitar tomar decisiones y emitir opiniones. En definitiva es un espacio refugio de los propios miedos e inseguridades.

En un partido político es bastante más fácil decir “si” al jefe del partido y ala dirección del partido, que aportar la propia visión que en ocasiones puede ser discrepante.

Ser leal significa formar parte de un proyecto, incluso cuando se discrepa en las opiniones. Es mantener el compromiso aunque en ocasiones sea difícil o cuando las circunstancias no son favorables a los propios intereses.

En política y en los partidos políticos la práctica de la fidelidad está más extendida que la práctica de la lealtad. Decir que si, para no tener problemas, es más fácil que discrepar. Es más fácil dejar el partido para evitar perder la plaza que mantenerse para defender lo que uno cree o a defendido durante años.

En el mundo empresarial se repite el mismo esquema. Es más simple actuar de acuerdo con las opiniones de la dirección, que en la defensa de los objetivos, en caso de que ambos sean distintos. Es decir, es más fácil decir que “sí” al “jefe”, que defender lo que uno cree firmemente para el bien de la empresa.

En las relaciones de pareja y de amistad el modelo se repite. Es mucho más simple decir que si a las opiniones de los demás y mostrarse “fiel”, que discrepar y mantener las relaciones con sinceridad.

Son muchos los ejemplos que podríamos poner para diferenciar la fidelidad de la lealtad.

Normalmente ser fiel es mucho más simple que ser leal.

A menudo ser leal requiere de un esfuerzo importante para renunciar a la comodidad, ser sincero, luchar por lo que uno cree, y trabajar para el bien de todos se sobreponga al bien individual.

Ser fiel, es mucho más fácil. Es un espacio confortable para el miedo y para la inseguridad. Es no provocar enfado. Es decir que si, cuando se quiere escuchar el si. Es seguir la corriente para mantener a todos contentos, aunque sea en detrimento de quien lo pide, de uno mismo o del objetivo por el que se trabaja.

El liderazgo transformacional sobrepone la lealtad a la fidelidad. Es el modelo que sobrepone el coraje para ser sincero, a la comodidad del seguidismo.

Estamos en una sociedad que necesita dejar atrás la simplicidad de la fidelidad y ampliarla a la lealtad. Es más difícil, pero compensa a uno mismo, a las personas, a las organizaciones y a la sociedad.

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