Liderazgo por valores y los retos migratorios
No podemos hacer oídos sordos a la compleja realidad demográfica que enfrentamos. Por un lado, estamos viviendo una preocupante disminución de la natalidad en los países del llamado primer mundo. Esta situación implica una escasez de mano de obra joven para mantener nuestra actividad productiva, nuestro sistema de pensiones, la sanidad pública, la educación y, en definitiva, nuestra sociedad del bienestar. España es un claro ejemplo de ello.
Por otro lado, existe una multitud de países sumidos en condiciones de miseria absoluta. Sus ciudadanos padecen hambre, sed, alta de agua potable y condiciones insalubres que resultan inimaginables para nosotros. Y como si esto no fuera suficiente, sufren las atrocidades de guerras brutales que los obligan a huir, a emigrar en búsqueda de una vida digna.
¿Acaso no es comprensible que estas personas busquen sobrevivir, para poder comer, beber, evitar las bombas que siegan vidas de hijos, padres, madres, mujeres y hombres?
Es innegable que entre nuestros propios conciudadanos también hay quienes actúan al margen de la ley. Lamentablemente, algunas personas migrantes igualmente cometen actos delictivos.
Pero, ¿cuál debería ser nuestro objetivo?
Entender que la emigración es un resultado natural e inherente a la vida en nuestro planeta.
Es también, y desgraciadamente, la consecuencia de que ciertos países están gobernados por dictadores que someten a su población a las peores condiciones de vida imaginables. A esto debemos sumar las luchas de poder, los intereses económicos y políticos, y los egos desmedidos.
Criminalizar las migraciones es una barbaridad, pues todas las personas del mundo tienen derecho a una vida digna.
Es vital afrontar el problema de la delincuencia, tanto de ciudadanos oriundos como de migrantes.
El camino reside en dos vías fundamentales:
1) Contar con cuerpos policiales formados y dotados con los recursos materiales y humanos necesarios.
2) Tener gobiernos que afronten seriamente las problemáticas sociales, dando relevancia al acompañamiento, la orientación, la inserción laboral y, en los casos que se requiera, la atención médica, psicológica o psiquiátrica si es necesario.
La solución profunda y duradera radica en la educación por valores, inculcada desde la infancia hasta la edad adulta, en los ámbitos académicos, empresariales y gubernamentales. Una sociedad basada en estos principios no erradicará mágicamente todos los problemas, pero los disminuirá considerablemente y, sobre todo, nos enseñará a solucionarlos. Los migrantes y los ciudadanos de nacimiento del país en que se encuentren deben tener las herramientas para integrarse y prosperar, dejando atrás la delincuencia.
Todos debemos formarnos, educarnos y transformarnos para crear sociedades regidas por valores. Los gobiernos deben hacer posible que todos los ciudadanos tengan estas oportunidades. Solo así entenderemos que las migraciones son circunstancias intrínsecas a la condición humana, y aprenderemos a facilitar una vida digna a todas las personas.
En este blog dedico tiempo a compartir reflexiones en este sentido. Veréis que en él, como principio fundamental del liderazgo transformacional, destaco que actuar sin juicios ni prejuicios son elementos fundamentales para establecer relaciones de calidad, ya sean personales, organizacionales o entre países.
Este enfoque, basado en la acción por valores como la empatía, la compasión, la justicia y el respeto a la dignidad humana, es nuestra brújula para navegar los complejos retos migratorios y demográficos que vivimos. Actuando con humanidad, compasión y visión a largo plazo, podremos construir sociedades más inclusivas, resilientes y sostenibles para todas las personas, independientemente de su origen.
Y no nos engañemos, aquellos que “utilizan” políticamente la migración como arma, criminalizando a quienes se juegan la vida (y en la mayoría de los casos la pierden), saben perfectamente que se alejan de la realidad. La realidad es ser objetivo en cada problemática y trabajar con rigor para paliar todas las que se presenten, ya sea con ciudadanos de tres generaciones, con los que llevan una o con los que acaban de llegar muertos de frío y de hambre.
En mi blog comparto reflexiones y pensamientos sobre los fundamentos que han de garantizar el buen funcionamiento de las organizaciones, situando en el centro a las personas y poniendo énfasis en la dirección por valores y en el liderazgo de los directivos.
En un momento como el actual, el respeto, la potenciación del talento y el establecimiento de relaciones de confianza son necesarios para el éxito de las empresas.