
En memoria de Joan Ginestà i Colell. D.E.P.
Ayer por la tarde llegó la noticia. Nuria, ¿ya lo sabes?
Joan Ginestà nos ha dejado.
Sentí un golpe seco en el corazón. Conocía su enfermedad, que le diagnostiqué hace poco más de un año.
Aquel día, en las escaleras de la entrada del Gremi de Fabricants, Joan tenía un semblante serio, raro en él. Le pregunté qué le ocurría. Después de unos minutos, finalmente me explicó su diagnóstico.
Durante estos meses, respondía los mensajes brevemente, y con una flor.
Nos ha dejado un buen hombre. Un padre de familia entregado, enamorado de su esposa, hijos e hija. Hablaba de los cinco con un amor infinito, casi se emocionaba cuando se refería a ellos. Sus ojos le brillaban.
Ha sido un empresario modélico. Una persona, un hombre y empresario hecho a sí mismo, que empezó de cero.
Trabajador incansable, riguroso, metódico, inteligente, positivo, alegre, comprometido con todo y todos. Y extremadamente generoso.
Ha sido una persona que ha dado y repartido cariño y amor, siempre sensible a los que más necesitaban.
Son impresionantes sus proyectos en todo el mundo, donde con rigor y discreción ayudó a muchas familias a tener una vida digna. No solo les dio “peces”, también les dio la caña y les enseñó a pescar. Y lo hizo en Gambia, India y otros lugares, pero también aquí, en casa, en su empresa, con sus amigos, comprometido con el país, creando empleo y amando a todos con todo su corazón.
Joan me demostró con gestos lo que pocos saben hacer. Desde la discreción, ayudaba a quien más lo necesitaba, fuera rico o pobre, pero aquel por circunstancias lo necesitaba. Sin pedir, sin querer, sin esperar reconocimiento ni recompensa.
Este fin de semana despedimos a una persona maravillosa.
¡El mundo te necesitaba tanto!
Gracias de corazón por todo lo que has hecho en estos 67 años.
Has sido un ejemplo de liderazgo por valores. Has actuado con compromiso, rigor, amor y generosidad.
Te echaremos mucho de menos.
Gracias, Joan.
En mi blog comparto reflexiones y pensamientos sobre los fundamentos que han de garantizar el buen funcionamiento de las organizaciones, situando en el centro a las personas y poniendo énfasis en la dirección por valores y en el liderazgo de los directivos.
En un momento como el actual, el respeto, la potenciación del talento y el establecimiento de relaciones de confianza son necesarios para el éxito de las empresas.