Liderazgo: no es la competición con sentido vacio

llauna vella

Liderazgo: no es la competición con sentido vacío

Lamento no haber podido mantener el blog actualizado recientemente.

Sé que es una herramienta útil y que me gusta mucho, y durante años lo he mantenido al día semanalmente. Sin embargo, quiero que sepáis que nunca he dejado de trabajar por el liderazgo transformacional o por valores. Es algo que tengo presente a todas horas, cada día del año.

La principal razón por la cual no he podido dedicar tanto tiempo al blog es que he estado centrado en dos actividades fundamentales durante mi tiempo libre:

  • En primer lugar, el cuidado de mi familia. Estoy segura de que muchos de vosotros compartiréis conmigo que la última etapa de vida de los padres es la más dura que podemos vivir. El pasado 27 de septiembre, mi madre nos dejó. Bueno, al menos físicamente, porque ella sigue siempre presente en mi corazón.
    Mi padre, por otro lado, sufre una demencia avanzada y hago todo lo que puedo por estar con él durante todas las horas que no estoy trabajando. Es una etapa difícil y dura, que forma parte de la vida. Perder a los padres y ver cómo su salud se deteriora es un golpe muy fuerte.
    En estos momentos, solo nos queda el amor, sentirlo con toda la fuerza para tratar de compensar la tristeza de la situación.
  • En segundo lugar, os puedo decir que cuando tengo algún momento libre desde la muerte de mi madre, lo dedico a escribir. Creo que escribir sobre liderazgo por valores, o también llamado liderazgo transformacional, me permite dejar mi mente en reposo de lo que más me afecta. Espero que pronto podáis ver mi segundo libro hecho realidad.

A pesar de estos retos personales, quiero aseguraros que mi compromiso con el liderazgo transformacional y los valores sigue intacto. Continuaré trabajando para difundir estas ideas y espero poder volver a actualizar el blog con más frecuencia en un futuro cercano.

Hoy quiero compartir con vosotros una reflexión que ha ocupado mis pensamientos en algunos momentos durante las últimas semanas. Una cuestión que considero importante y que, sin duda, es un reto para muchos de nosotros:

¿Cómo se puede compatibilizar la defensa de tus valores y tu responsabilidad con el bloqueo que te hace la “competencia”?

Pero antes de adentrarnos en este dilema, permitidme que os pregunte:

¿Qué entendemos por “competencia“?

A menudo, algunos parten del principio de que hay entes, empresas y entidades que son competencia cuando estas llevan a cabo acciones que les gustaría hacer solo a ellos.

Pero, ¿por qué este concepto de “competencia” tiene que desembocar en el “acoso”, la “crítica permanente”, el “enojo constante” o el sentimiento de vivir permanentemente “en guerra”?

¿Por qué se olvida de respetar la historia y la actividad de los demás?

Como persona que ha dedicado su vida al liderazgo por valores, debo decir, con total sinceridad, que la respuesta radica en la envidia y la inseguridad.

Estos sentimientos hacen acto de presencia en todos aquellos que, a pesar de haberles dado todo (confianza, participación y dedicación), se sienten inferiores.

El ataque no es más que un síntoma de esta falta de seguridad en uno mismo.

Ante esta situación, algunos se preguntarán:

¿Qué se podría esperar? ¿La renuncia a los valores históricos de la entidad? ¿La omisión de las propias responsabilidades?

Y es precisamente aquí donde el concepto de responsabilidad adquiere especial relevancia en el marco del liderazgo transformacional.

Creer en lo que haces, siempre que tu actuación sea ética y acorde con tus valores y los valores de la entidad que representas, es la mayor fortaleza. Lo contrario sería la sumisión para recibir un reconocimiento falso, habiendo renunciado a lo que crees.

El liderazgo transformacional se fundamenta en la acción por valores, en el respeto profundo a tus principios y a los valores a los que te has comprometido a defender, porque crees firmemente en ellos.

Ciertamente, sería más fácil renunciar a uno mismo, a aquello en lo que crees, y ser sumiso para recibir un aplauso. Pero ese aplauso sonaría como una lata vacía, una lata sin ningún sentido de existir.

En cambio, mantenerse fiel a los valores, trabajar con ética, responsabilidad y por el bien común, aunque suponga afrontar bloqueos y críticas, es el camino que nos dignifica y nos permite crecer como personas y como sociedad.

Esta es la reflexión que quería compartir con vosotros hoy, con la convicción de que el liderazgo por valores es el faro que nos guía en los momentos de tormenta y nos ayuda a mantener el rumbo, incluso cuando los vientos soplan en contra.

Esta es la reflexión que hoy he compartido con un buen colega que vive físicamente lejos de mí, pero con quien comparto la visión.

Gracias por vuestra atención y os invito a reflexionar sobre este tema. Juntos, podemos construir un mundo donde los valores sean la brújula que oriente nuestras decisiones y acciones.

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