La lucha por el valor del profesional: un reto muy urgente (2)
La lucha por el valor del profesional: un reto muy urgente (2)
En las últimas semanas, al volver de las vacaciones, me he topado con una realidad desgarradora: profesionales agotados y quemados como nunca antes, abrumados y frustrados por el trato indigno que reciben en sus lugares de trabajo. Nada ha cambiado respecto a lo que me relataban antes del periodo vacacional.
Por lo tanto, el tema de fondo no radica en el cansancio, sino en causas profundas.
He escuchado a jóvenes con talento, con múltiples carreras universitarias y másteres de élite, declarar con amargura que jamás volverán a formarse, convencidos de que su esfuerzo y dedicación no son valorados en absoluto por sus empleadores. Sus sueños y aspiraciones se han visto aplastados por una cultura laboral tóxica que solo fomenta los resultados económicos a corto plazo, sin visión estratégica ni respeto por los valores humanos.
Estos responsables de empresas son personas que no han desarrollado su liderazgo, y nos encontramos una vez más ante directivos sin liderazgo que “mandan” sin saber motivar a las personas de sus equipos, sin saber fijar objetivos claros, sin marcar metas lógicas, sin dar respuesta a problemas concretos, sin aceptar las propuestas de los directivos que han contratado para responsabilidades específicas.
Conozco a grandes profesionales, con una vasta experiencia y un profundo conocimiento en sus respectivas áreas, que luchan por insertarse en este mundo profesional cada vez más vacío de valores y principios éticos. Los mejores, los más formados, los que tienen más experiencia, ya sean jóvenes o veteranos, no son valorados ni seleccionados por las empresas.
¡No hace falta ni conocerles! Su currículum es “demasiado bueno”, pues no aceptarán sueldos miserables ni se someterán a los sinsentidos y despropósitos que imperan en muchas organizaciones dirigidas sin liderazgo.
En algunos ámbitos, se juega a confundir la riqueza económica o el poder con estar preparado, ser inteligente o válido profesionalmente. El dinero y la autoridad no son sinónimos de profesionalidad ni de liderazgo efectivo; sin embargo, los buenos profesionales merecen llegar a tener una buena remuneración y ser valorados por lo que son y lo que aportan.
En cambio, en ciertos círculos, la alta posición económica y el estatus se utilizan como excusa para menospreciar el talento, la preparación y la experiencia, y es común escuchar el desprecio con el que se trata el concepto de actuar por valores éticos en el mundo laboral.
En definitiva, los responsables de organizaciones sin liderazgo conectan bien con el poder jerárquico vacío de contenido, llevándose por delante a las personas y a los mejores profesionales.
Y por cierto también la buena imagen de los directivos que ejercen con liderazgo.
En mi blog comparto reflexiones y pensamientos sobre los fundamentos que han de garantizar el buen funcionamiento de las organizaciones, situando en el centro a las personas y poniendo énfasis en la dirección por valores y en el liderazgo de los directivos.
En un momento como el actual, el respeto, la potenciación del talento y el establecimiento de relaciones de confianza son necesarios para el éxito de las empresas.