Liderazgo para una nueva era

Liderazgo para una nueva era

Es prácticamente imposible predecir con exactitud cuándo termina o comienza una nueva era. Pero lo que está claro es que podemos leer lo que dice la sociedad, el sistema, en un momento determinado.

Basta con mirar la historia para observar cómo el arte representa los diferentes cambios de etapa después de hechos que maduraban y evolucionaban en el tiempo. Podemos leer en la Edad Moderna el paso del Renacimiento al Barroco o en la Edad Contemporánea la evolución desde el Romanticismo al Impresionismo para poner sólo algunos ejemplos. El arte representa con nitidez los cambios de era.

En estos momentos es frecuente encontrar personas que expresan su malestar en el puesto de trabajo. En algunos momentos pienso que involuntariamente hago un trabajo de campo (sin rigor por la informalidad) al fijarme en la insatisfacción laboral de muchas personas.

Podemos describir a grandes rasgos, el momento actual, como el resultado de un rápido crecimiento económico en el “primer mundo” que, junto con la aparición de internet y la utilización masiva de la tecnología  se ha producido un cambio radical para toda población pues todo el mundo tiene acceso a la información. Todo ello coexiste con un aumento exponencial de las diferencias entre pobres y ricos (cada vez hay menos , muy  y más ricos y muchos millones de pobres).

A lo largo de la historia siempre han habido grandes diferencias sociales, pero la tecnología ha hecho que hoy éstas se conozcan.

Si hacemos un “zoom” aproximándose a nuestro primer mundo también encontraremos estas circunstancias, y podemos darnos cuenta que lo que en 2008 se había considerado como una normalidad en las empresas cobrar más de mil euros al mes, hoy hay demasiadas personas que solo aspiran a cobrarlos. La crisis económico-financiera de 2008 y luego la pandemia, han hecho estragos.

Hasta la caída de Lehmand Brohers, (hecho que simboliza un cambio de era), con mucho esfuerzo y años se había “normalizado” la importancia del talento en las empresas.

Captar, hacer crecer el talento y retenerlo había sido incorporado como una fórmula para garantizar el éxito de las organizaciones.

Con la crisis de 2008 las compañías empezaron a sufrir. Los sueldos bajaron y el talento fue perdiendo cada vez más valor. Es el  resultado de la oferta y demanda del mercado. Hay poca demanda de personal, por lo tanto se puede captar el mejor talento al menor  precio. Y este es uno de los principales problemas de este momento porqué para llevarlo a cabo también se cuenta con directivos con poco liderazgo!

Y se ha entrado en un círculo “perverso”. Directivos sin liderazgo obligados a salir adelante como pueden, en un mundo altamente competitivo, han aprendido a infravalorar el talento y el talento pide a gritos respeto, respeto al conocimiento y a las personas que ocupan los diferentes puestos de trabajo.

En paralelo una parte importante de la sociedad da cada vez más importancia a la calidad de vida, entendiendo como calidad de vida, trabajar con personas que les respeten y les permitan crecer en su profesión.

Desde mi punto de vista estamos tocando el límite de lo que será un cambio de era. Cada vez más personas valoran, piden y quieren trabajar con directivos líderes, es decir, personas que valoran a las personas, que las respetan y comprenden que un puesto de trabajo está ocupado por lo más valioso del mundo: una persona.

Los líderes no confunden puesto de trabajo con persona. Saben que el puesto no es nada sin la mejor persona que lo ocupa.

Y digámoslo claramente: Es cierto que nadie es imprescindible, pero los buenos profesionales son necesarios. El conocimiento, el talento, el esfuerzo, el compromiso y  las personas preparadas y alineadas con los valores de la compañía son un tesoro, que nadie, -ningún directivo ni empresario-, se puede permitir perder.

Sólo hay que ver a los jóvenes de hoy, -más formatos que nunca-, como valoran lo más esencial y como rechazan -con toda la razón y derecho del mundo-, los abusos de poder, la prepotencia, la mentira y la corrupción.

Es tiempo por el liderazgo transformacional. Es tiempo por el liderazgo por valores. Es tiempo para aprender a valorar a las personas por lo que son, por lo que hacen,  por su conocimiento, por su talento y por lo que aportan. Hoy pocos jóvenes valoran a un rico por ser rico. De hecho pocos aspiran a serlo. Quieren vivir y trabajar siendo tratados como personas.

Es tiempo para tener directivos líderes. Es tiempo para tener departamentos de personal que traten a los empleados y a los demandantes de empresas cómo personas valuosas.

Y por favor, los responsables de selección respondan a las personas que entrevistan, porque cuando no lo hacen están mostrando el nulo valor humano de la compañía.

Estrenamos un cambio de era y hagámoslo con el máximo humanismo. Nuestros jóvenes -más formados que nunca-, y otros pendientes de recibir la formación, lo necesitan y nos lo piden. Los mayores también. Nuestro mundo lo reclama. Hagámoslo.

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