El liderazgo real: el equilibrio entre el ser y el hacer

La confusión actual sobre el concepto de liderazgo es importante.
Generalmente se habla de liderazgo equiparándolo con la posición económica y social.
Las principales posiciones en los organigramas de las instituciones se referencian con el nombre de líder.
Y nada está más lejos de esta “simple” realidad.
La sociedad actual establece unas normas y unas condiciones que nos empujan a hacer. A menudo hacemos múltiples actividades. Trabajamos. Y cuantas más horas lo hacemos más sentimos la importancia del lugar que ocupamos.
Las muchas horas de trabajo y un alto volumen de actividad evitan haber de plantearnos el verdadero sentido de lo que hacemos, del cómo lo hacemos, del porqué lo hacemos, del impacto que tiene lo que hacemos para nosotros mismos y para los demás.
A menudo olvidamos la importancia del ser. ¿Quienes somos realmente? ¿Por qué nos dedicamos a una determinada actividad y no a otra? ¿Sentimos que tiene sentido lo que hacemos? ¿Nos satisface? Lo que hacemos, ¿da sentido a nuestra vida? O … ¿nos dejamos llevar por una vida “casi mecánica” en la que nos hemos encontrado?
En pocas ocasiones a lo largo de la vida ponemos el foco de atención en el ser más que en el hacer.
Puntualmente nos lo planteamos ante la muerte de un ser querido o si nos encontramos ante una verdadera situación de peligro de nuestra vida.
Decía Steve Jobs en el ya famoso discurso en la ceremonia de graduación de Stanford el 12 de Junio de 2005:
“Recordar que voy a morir pronto, es la herramienta más importante que he encontrado para ayudarme a tomar las grandes decisiones de mi vida. Porque prácticamente todo: – las expectativas de los demás, el orgullo, el miedo al ridículo o al fracaso – se desvanece frente a la muerte, dejando sólo lo que es verdaderamente importante. Recordar que vas a morir es la mejor manera que conozco de evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder. Ya estás desnudo. No hay razón para no seguir al corazón”.
El liderazgo es en definitiva alinear el ser con el hacer. Y ese es el reto verdaderamente importante y a menudo difícil de alcanzar.
Conocen a nosotros mismos es la asignatura más difícil de superar. Es difícil tener el coraje de ser sinceros con nosotros mismos y renunciar a nuestra conocida “comodidad incómoda”.
También nos es difícil aceptar que podemos alcanzar lo que realmente queremos y que sin duda está alineado con nuestro verdadero ser.
Una vez más nuestras inseguridades más profundas son las que nos lo impiden.
El liderazgo es en definitiva encontrar el equilibrio entre el ser y el hacer.
El buen líder es aquel que ocupa una posición en el organigrama de la organización que encaja perfectamente con sus capacidades, con sus competencias, con sus valores y por lo tanto con su manera, real, de ser.
Cuando este binomio está en equilibrio, el hacer se equilibra. Ya no es necesario hacer más mucho más de lo necesario, porque en definitiva el hacer es consecuencia del ser.
Muchas veces el hacer es un recurso fácil para evitar plantearnos el cómo somos en realidad y en consecuencia reconocernos completamente a nosotros mismos.
La educación emocional recibida en los primeros años de vida es determinante para saber equilibrar el hacer con el ser.
Cuantas más inseguridades personales mantenemos en nuestro interior, más potenciaremos el hacer por encima del ser.
Pero la vida es una oportunidad constante para madurar y por tanto descubrir nuestro ser y entonces alinearlo con nuestro hacer.
Este es el único camino que nos lleva al liderazgo.
Es importante hacer este camino porque quedarnos “sólo” con el éxito social y económico nos puede dejar un vacío tan grande como el tamaño de un pozo negro del que no sabemos salir. O … quedarnos sin una sonrisa vital en el “duro sillón conocido aunque terriblemente incómodo”.
Ser y Hacer. Este es el binomio. Encontrar el equilibrio es nuestro reto.
En mi blog comparto reflexiones y pensamientos sobre los fundamentos que han de garantizar el buen funcionamiento de las organizaciones, situando en el centro a las personas y poniendo énfasis en la dirección por valores y en el liderazgo de los directivos.
En un momento como el actual, el respeto, la potenciación del talento y el establecimiento de relaciones de confianza son necesarios para el éxito de las empresas.