El paso de la revolución industrial a la revolución del conocimiento, tiene un impacto directo en la forma que se requiere para dirigir las empresas. En plena revolución industrial, el valor lo aportaban las máquinas mientras que las personas eran el “peón” y la mano de obra dentro de un sistema que producía. Se daba por hecho, que quien tenía la capacidad de adquirir maquinaria y se atrevía a hacerlo, contrataba a personas, para llevarlas. En este modelo el sentido de la “contratación”, llevaba implícito un sentido de “sumisión” al jefe. Se suponía que el talento era el del empresario que hacía funcionar el sistema y era éste quien escogía algunas personas de confianza para hacerlos responsables del buen funcionamiento del engranaje, de los que también estos formaban parte, como “peones” del sistema.
Al final de la segunda década del siglo XXI, las empresas han cambiado radicalmente. Hoy no hay empresa sin conocimiento y las máquinas y la tecnología están al alcance de todos. Internet da recursos e información a todas las personas que la buscan.
La globalización, la tecnología y también en concreto, las tecnologías de la información y de la comunicación, lo invaden todo. La robótica está presente de forma casi natural en todos los tipos de empresa. Y es en este marco donde las personas son las que tienen el verdadero valor. Y el valor de las personas lo forman el conocimiento que adquieren con los estudios reglados, con la formación continua, con el aprendizaje a través del ejemplo de otras personas, y también a través de las competencias que desarrollan.
Hoy la suma de los conocimientos más la actitud pasa a ser relevante para adaptarse a los cambios que requieren las empresas de hoy. Flexibilidad, adaptación al cambio, seguridad en sí mismos, creatividad, capacidad para establecer buenas relaciones, son algunos de los elementos clave para adaptarse al mundo cambiante.
Este conjunto de características de las personas que trabajan en el mundo del conocimiento, llevan implícita la necesidad de ser dirigidos por personas que estén a la altura para darles respuesta, hacerles sentir bien y dirigir de manera que su talento pueda quedarse en la organización.
Es por ello que hoy, más que nunca, los directivos y los mandos de las empresas, tienen la necesidad de desarrollar su liderazgo así como saber potenciar el liderazgo de todos sus miembros. Sólo así retendrán y disfrutarán de las personas que harán crecer, funcionar y dar buenos resultados a las empresas de las que forman parte.
En mi blog comparto reflexiones y pensamientos sobre los fundamentos que han de garantizar el buen funcionamiento de las organizaciones, situando en el centro a las personas y poniendo énfasis en la dirección por valores y en el liderazgo de los directivos.
En un momento como el actual, el respeto, la potenciación del talento y el establecimiento de relaciones de confianza son necesarios para el éxito de las empresas.