Liderazgo auténtico: coherencia, valores e integridad
La reciente reflexión de Alberto Ayora en LinkedIn sirve para poner de manifiesto la importancia de actuar por valores.
Sus palabras y acciones evidencian la trascendencia de la coherencia, la sinceridad, la honestidad y la autenticidad en el ejercicio del liderazgo.
Cuando una persona felicita en público y en privado a alguien a quien crítica y ataca en otros ámbitos, demuestra una profunda hipocresía que es incompatible con un liderazgo ético o, como también se le denomina, liderazgo transformacional.
Este tipo de comportamiento suele tener su origen en profundas inseguridades personales, que se manifiestan en forma de celos y conductas perversas.
Cabe decir que el caso al que se refiere Alberto Ayora no es el único. Os puedo asegurar que este tipo de acciones son demasiado frecuentes (yo también las conozco y las vivo, al igual que muchos de los lectores de este blog), y siempre son llevadas a cabo por personas que tienen una ambición desmesurada en la que todo vale para un fin: “dar respuesta a sus propios complejos e inseguridades”. Ellos lo saben, aunque las excusas que se dan a sí mismos son mil.
Todo antes de ser humildes también con ellos mismos y reconocer su realidad interna.
Las personas que actúan de manera hipócrita y deshonesta a menudo lo hacen movidas por un profundo sentimiento de inferioridad y una necesidad de compensar sus propias carencias atacando a otros. Esos celos y esa envidia les llevan a emplear todo tipo de estrategias manipuladoras y poco éticas para socavar a aquellos a quienes perciben como una amenaza. Sin embargo, un líder auténtico y seguro de sí mismo no necesita recurrir a esas tácticas, sino que se apoya en sus propios méritos y en su integridad.
Todos tenemos inseguridades y todos podemos, en un momento determinado, sentir celos o desear el puesto de otros. Pero si trabajamos honestamente con nosotros mismos, sabremos que esto puede ser el deseo de un instante. Nuestros valores deben guiarnos en nuestro camino y, si lo trabajamos continuamente, podremos rectificar cualquier sensación momentánea.
Como bien señala Alberto Ayora, todos nos equivocamos y es importante practicar el perdón. Pero eso no significa que debamos mirar hacia otro lado ante conductas hipócritas y deshonestas, especialmente cuando vienen de alguien en una posición de responsabilidad.
Tenemos la obligación moral de señalar esas incoherencias y defender los valores que creemos esenciales para una convivencia sana y un liderazgo íntegro.
La ambición personal no es intrínsecamente negativa si se canaliza a través del esfuerzo, el trabajo duro y la mejora continua. Pero cuando se antepone a la ética y se persigue a cualquier precio, erosiona la confianza y envenena las relaciones.
Un líder de verdad inspira y une a las personas en torno a una visión compartida, no las divide con falsedades y ataques nacidos de sus propios complejos e inseguridades.
La extensa trayectoria de Alberto Ayora, y ahora al frente de la Fedme (Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada), es un ejemplo de liderazgo por valores. Tuve la suerte de escucharle en unas jornadas y me impresionaron profundamente su autenticidad, su coraje y su compromiso con hacer lo correcto.
Animo a los lectores a que le conozcan de cerca para entender lo que realmente significa liderar con el ejemplo. Personalmente, lo he hecho y de él he aprendido y aprendo. Sobre todo, por todo ello, le admiro.
Como sociedad, debemos rechazar categóricamente la hipocresía, la mentira y la falta de respeto, vengan de donde vengan. Solo defendiendo con valentía nuestros principios y valores podremos construir organizaciones y comunidades que avancen, solidarias y felices.
Gracias, Alberto Ayora por tu honestidad y por recordarnos que la verdad siempre prevalece, por encima de los celos y las inseguridades de aquellos que pretenden sembrar la discordia.
Cuenta con todo mi apoyo.
En mi blog comparto reflexiones y pensamientos sobre los fundamentos que han de garantizar el buen funcionamiento de las organizaciones, situando en el centro a las personas y poniendo énfasis en la dirección por valores y en el liderazgo de los directivos.
En un momento como el actual, el respeto, la potenciación del talento y el establecimiento de relaciones de confianza son necesarios para el éxito de las empresas.