¿Es posible una política responsable pensada para las personas?
Probablemente muchas personas al leer esta pregunta responderán instantáneamente con un “no” rotundo.
Tanto España como Cataluña son jóvenes democráticamente, pues los más de 40 años de democracia no ha sido suficientes para crear una cultura política con fundamento para dar respuesta a los requerimientos de una democracia madura. Los motivos pueden ser múltiples: la larga dictadura, carencias al hacer la transición, el tipo de educación, el incumplido modelo europeo, el carácter mediterráneo, …
Estamos viviendo unos tiempos en el que el desprestigio de la política es total y no tiene el reconocimiento ni la confianza de los ciudadanos. La distancia entre los discursos y las acciones de los políticos y, las necesidades de los ciudadanos es enorme.
La comunicación inmediata a través de las redes sociales tiene un impacto directo en la política a todos los niveles. Se hacen comunicaciones muy breves y en muchos casos poco reflexionadas, que buscan captar la atención de los seguidores.
La inmediatez y esta necesidad de captar la atención, ocupan el tiempo de los políticos que las emiten.
Los ciudadanos somos en definitiva unos lectores, -seguidores de informaciones-, a las que damos credibilidad en función de la “hipotética” coincidencia de pensamiento que tenemos con quien las emite.
Por otro lado, los políticos viven sometidos a un sistema que les da poco margen de maniobra para actuar de otra manera. Hoy cuenta el titular y el impacto. Cuentan los seguidores que acaban siendo la semilla de los votos en unas elecciones.
Y todo ello busca que se cumpla la regla de oro: “más votos son más poder”.
La política busca estar en el “poder“. Es decir, el político busca “gobernar” para poder decidir y hacer las acciones que considera adecuadas.
Pero .. ¿por qué quiere gobernar un político?
Podemos responder que quiere gobernar para poner en práctica unas políticas que considera que son mejores para los ciudadanos.
Pero a menudo lo que mueve especialmente al gobernante es mantenerse en el “poder” y la oposición busca erosionar al gobernante.
Y es justo en este punto donde gobierno y oposición pierden de vista el verdadero objetivo de la política: “servir al ciudadano”.
Es bastante usual escuchar a los políticos (gobernantes y oposición) hablar de valores. Pero el problema es que actualmente hay más política de comunicación que política de valores.
Es importante haber estado en política para conocer realmente la dificultad del ejercicio de la política. El político está siempre sometido al necesario e importante control de la oposición, pero también a la erosión de fuerte intensidad. Erosión que en muchas ocasiones puede venir de su propio partido.
Es cierto que todo ello forma parte de la esencia de la democracia.
El problema es que actualmente se han sobrepasado los límites para conseguir la erosión del adversario y hoy la política se permite “el todo es válido” para la consecución del poder. Falta de rigor, falsedades y mentiras han pasado a crear la nefasta denominación de la “post-verdad”.
El sistema político está viviendo una verdadera crisis.
Es pues el momento de pasar a la política de valores en la que el bien de las personas sea el que una el gobierno y la oposición. En los temas que afectan directamente a las personas hay que aprender a trabajar por consenso (educación, sanidad, bienestar social y seguridad) y llegar a acuerdos que prioricen los ciudadanos por encima de los intereses individuales.
La sociedad actual demanda política de valores: respeto, honestidad, sinceridad y compromiso.
La política de valores, la hacen las personas que aprenden y saben trabajar por valores. No se trata sólo de hablar de valores, sino de actuar de acuerdo con los valores. Esta manera de hacer se puede aprender y hay que aprenderla.
Es necesario dar la importancia que se merece a la educación, porque la educación de calidad incluye necesariamente la educación emocional y la educación actitudinal y por lo tanto la educación por valores.
El ejercicio de la política sin valores es el de las personas inseguras, con complejos de inferioridad y con egos desmesurados que para sobrevivir actúan sin escrúpulos y dan cumplimiento al lema “del todo es válido para seguir en el lugar”.
Los ciudadanos no podemos aceptar esta política. Debemos comprometernos individualmente, -también nosotros-, a actuar por valores, aceptando que todos hacemos errores. No podemos pedir a los demás lo que nosotros no nos proponemos cumplir.
Por lo tanto, desde mi punto de vista si es posible hacer política responsable pensando en el bien de los ciudadanos. Se puede hacer si se hace política de acuerdo con los valores.
La responsabilidad es de todos: los medios de comunicación. De los ciudadanos para comprometernos a actuar para poder pedir a los medios de comunicación a los políticos. Juntos debemos comprometernos a comprobar las informaciones antes de creerlas, a tener juicio crítico y reconocer nuestros errores cuando los tenemos.
El camino no es simple ni la solución inmediata. Pero no hay otra camino para mantener una sociedad sana y que encuentre soluciones a los problemas que la afectan.
Podemos pensar en ello y sobre todo podemos intentar hacer acciones en esta dirección para conseguirlo.
La palabra clave es educación y educación con valores. Entonces la respuesta es “Si. La política responsable es posible “.
En mi blog comparto reflexiones y pensamientos sobre los fundamentos que han de garantizar el buen funcionamiento de las organizaciones, situando en el centro a las personas y poniendo énfasis en la dirección por valores y en el liderazgo de los directivos.
En un momento como el actual, el respeto, la potenciación del talento y el establecimiento de relaciones de confianza son necesarios para el éxito de las empresas.