¿Preparados para la complejidad y la incertidumbre?
La tecnología avanza con la investigación. Hoy se aplica a todos los campos y lo que hace cinco años ni intuíamos, hoy ya es una realidad. El internet de las cosas y el 4.0 avanzan imparablemente para dar respuesta a múltiples situaciones (industria, salud, deporte, ocio, seguridad, arte …).
Vivimos en un mundo inter e híper comunicado en el que la información se transmite casi a lo que podríamos llamar “velocidad de la luz“. Lo que hoy se hace o se dice, en pocos segundos se conoce al otro lado del planeta y viceversa.
El conocimiento se crea, se comparte (también se copia sin dar ningún valor a la fuente que lo ha creado) y se expande a través de la red.
Recibimos información por muchas vías: internet se encarga de dar cobertura a muchos medios: radios y televisiones por cable, redes sociales, diarios digitales y medios clásicos todavía existentes.
La cantidad de información que circula es inmensa y es ya prácticamente imposible distinguir lo que es veraz de lo que es falso.
Generamos residuos que contaminan el planeta y tendemos a su destrucción continuamente.
El reparto equilibrado de la riqueza está lejos de ser realidad. Y las injusticias sociales no paran, sino que se incrementan. El cuarto mundo es una realidad diaria coexistiendo con los grandes avances técnicos en comunicación y en investigación.
Son muchos los países que no disponen de medicamentos, vacunas, educación, agua y trabajo por la población, sin que los que tienen el poder de evitarlo, lo hagan.
Y todo esto es una realidad, mientras viajamos de un punto a otro del planeta en unas pocas horas. Por lo tanto el mundo es alcanzable por lo que nos interesa, mientras que es abandonado para reparar las circunstancias más duras para las personas que viven y malviven.
La política, la gestión pública, y la comunicación permiten hacer y decir “que todo es posible”, sin poner por delante la ética, el rigor y la veracidad.
En paralelo, bajo el paraguas de innovación y competitividad, los trabajadores estamos en una carrera imparable de mejora continua y de adecuación constante a las nuevas situaciones.
Por lo tanto si observamos el impacto que recibimos las personas en un día cualquiera como hoy, nos daremos cuenta de que vivimos sometidos a una fuerte presión: constantes y rápidos cambios tecnológicos que nos tienen una incidencia directa, la competición por un puesto de trabajo, la exigencia para ser competitivos, el gran volumen de informaciones (contradictorias, tendenciosas, falsas y ciertas), corrupción política y pública, injusticia social y falta de valores en la dirección de muchos tipos de organizaciones ..
Todo ello configura un mundo complejo.
¿Donde y cómo estaremos dentro de 5, 10, 15 años?
Biológicamente los humanos nos adaptamos a los cambios. Las especies que no se adaptan desaparecen y es por ello que los eventos de este momento del siglo XXI, nos obligan a adaptarnos por difícil que nos parezca.
También los humanos gestionamos los impactos que recibimos.
Somos capaces de adaptarnos a los impactos y a los innumerables y rápidos cambios. En caso contrario ya no estaríamos. Sabemos que tenemos que optar por la mejora continua, para aprender, para saber ser flexibles, y adaptarnos aunque no nos sea fácil.
La gran complejidad en la que vivimos, incorpora en su génesis, la incertidumbre.
Todos los cambios incorporan incertidumbre. Cuando no sabemos lo que nos espera, la incertidumbre aparece en nuestras vidas.
Pero … ¿de qué está formada la incertidumbre?
El principal elemento que la forma es el miedo. No sabemos qué nos pasará en el futuro.
Las personas sentimos miedo porque en parte es una emoción que nos protege, pues nos informa de la falta de control y por lo tanto queremos encontrar la máxima protección ante la amenaza o supuesta amenaza.
La incertidumbre también genera energía para poder hacer frente a un futuro desconocido. Nos obliga a movernos para movilizar nuestros recursos.
En momentos de incertidumbre hay que conectar con el más profundo de nosotros. Debemos saber que es una herramienta a nuestro servicio. Nos debe permitir descubrir que tenemos recursos para hacer frente a lo que hoy son riesgos, y que los riesgos mientras son riesgos, no son la realidad.
El control es normalmente una respuesta a la incertidumbre. Y las personas no podemos controlarlo todo. El miedo nos hace aumentar la necesidad de control. De hecho las personas más inseguras son las más controladores (con ellos mismos y con los demás).
La incertidumbre puede ser muy angustiante en los casos donde los riesgos son importantes y objetivos, porque el peligro es real.
Pero en muchas ocasiones la complejidad nos lleva a la incertidumbre por el camino del miedo y a la falta de control.
Debemos ser conscientes de que vivimos en un mundo muy complejo, donde los impactos de todo tipo son importantes. Es esta conciencia la que nos debe permitir tomar el camino más esencial: la confianza en nosotros mismos. Sólo esta confianza en permitirá disminuir el miedo y el control, aumentar la flexibilidad y la capacidad de adaptación.
Este es el camino para descubrir cómo vivir la incertidumbre en un mundo complejo.
En mi blog comparto reflexiones y pensamientos sobre los fundamentos que han de garantizar el buen funcionamiento de las organizaciones, situando en el centro a las personas y poniendo énfasis en la dirección por valores y en el liderazgo de los directivos.
En un momento como el actual, el respeto, la potenciación del talento y el establecimiento de relaciones de confianza son necesarios para el éxito de las empresas.