El proceso catalán. Una visión sistémica

Hace semanas que tengo previsto poner en funcionamiento este bloque, pero los acontecimientos que vive nuestro país, me han hecho aplazarlo en varias ocasiones pensando que no era momento más adecuado y me hacía falta esperar.

Dado que la situación política se mantiene en la intensidad y el cambio continuado, he decidido ponerlo en funcionamiento.

Este blog no tiene como objetivo tratar la situación política, sino abrir espacios de reflexión sobre lo que yo denomino, liderazgo transformacional. Con este concepto también quiero referirme en como las personas actuamos y tenemos un impacto en la sociedad.

Si podemos percibir el conjunto de la ciudadanía catalana como un “sistema“, podremos identificar su voz.

Referirse al “sistema” es no poner el foco en grupos ni personas concretas, sino al conjunto.

Las personas y los sistemas reaccionamos y actuamos a partir de diversas motivaciones.

Personas individuales, equipos y sistemas, tenemos un sistema de valores y de creencias.

Las creencias forman parte del sentido que damos a nuestra vida. Son adquiridas a través de nuestra cultura y por tanto las vamos incorporando a lo largo de los años. Cabe decir que las creencias siempre son limitantes. Pero este concepto el hablaremos en otros post de este blog.

Y a las personas individuales, los equipos y los sistemas, -en definitiva también a la sociedad-, nos definen nuestros valores. Los valores son de alguna manera nuestra esencia, nuestro ADN. Las creencias y los valores son diferentes. Las creencias son culturales. Los valores nos dan nuestra propia personalidad, bien sea individual o colectiva.

Cuando hay diferencias de creencias, las personas podemos hablar y podemos debatir las diferentes visiones. En sociedades maduras, este es un debate intelectual que se puede hacer y nos puede enriquecer. Sería un ejemplo, la convivencia entre personas de diferentes religiones, o las que tienen diferentes tipos de alimentación por poner un ejemplo …

Pero en términos de valores, hay que decir que cuando nuestros valores no son respetados, las personas sentimos dolor, y reaccionamos poniendo en marcha nuestro sistema emocional.

Y ante la falta de respeto a nuestros valores, una de las reacciones más humanas, es tener la necesidad de huir de la fuente que nos produce el dolor.

Es evidente que la cultura española y la cultura catalana son diferentes. Pero estas diferencias nos pueden llevar a enriquecernos a todos nosotros y pruebas tenemos que así ha sido a lo largo de muchos años. Unos y otros, hemos incorporado cultura gastronómica por ejemplo y podríamos enumerar muchos más aspectos que hemos compartido, incorporado, aprendido y disfrutado.

La crisis económica, social y política vivida estos últimos años, junto con la globalización y las tecnologías de la comunicación, nos han llevado a un escenario nuevo y desconocido hasta el momento.

De alguna manera, todos los ciudadanos, los de toda España y los de Cataluña hemos aprendido a adaptarnos personalmente y familiarmente a las consecuencias de esta crisis. Todos hemos hecho más con menos. Y ha habido muchas -muchísimas- personas que han visto seriamente afectada su vida, estando en paro o viviendo con una falta evidente de recursos para tener una vida digna.

Esta situación de impacto económico negativo, ha ido acompañada de la consolidación de un modelo que ha hecho que algunas personas se han hecho mucho más ricas y un conjunto importante de personas se han empobrecido. Por lo tanto la crisis nos ha llevado a una clara injusticia social para buena parte de la población.

Simultáneamente, hemos conocido durante muchos años y especialmente en esta última década un número elevado de casos de corrupción que a través de las redes sociales, han podido ser conocidas por todos. Podemos añadir, que en los casos de corrupción que hemos percibido como muy graves, han tenido una justicia lenta y en bastantes ocasiones ha dado resultados ilógicos e incomprensibles para la población.

Los catalanes hemos visto cómo los diferentes gobiernos españoles no nos han escuchado como nosotros pedíamos. El recorte del Estatuto aprobado por el Parlamento de Cataluña, la falta de un trato fiscal más acorde con nuestras aportaciones, han sido algunos elementos decisivos para motivar la reacción de una buena parte de la población ante el gobierno español. Pero el elemento fundamental que ha tenido la mayor incidencia en la respuesta de los catalanes es que no hemos oído que algunos de nuestros valores hayan sido respetados. Declaraciones y políticas desafortunadas han tocado de lleno en algunos de nuestros valores:

  • Respeto Lo pedimos a la sociedad y por tanto a los gobernantes. Ser escuchados y comprendidos es una necesidad vital de todos. Todos queremos ser tratados con corrección y tratados de igual a igual.
  • Justicia. Las personas necesitamos sentir que tenemos un trato justo.
  • Ética. La sociedad ha evolucionado y hoy por muchos ciudadanos la corrupción no es aceptada (y especialmente cuando la vida para ellos es difícil).

Decía que cuando los valores no son respetados, se pone en funcionamiento el sistema emocional de las personas. Sentimos dolor. A veces mucho dolor. Y la reacción más humana es querer marchar del foco que nos produce el dolor. Ciertamente que con la razón, deberíamos pensar en cómo huimos del dolor para no caernos y hacernos aún más daño.

Pero hay momentos en los que las emociones ganan a la razón. Y a menudo es entonces cuando el mal es aún mayor.

El “sistema” hoy llora, está triste, preocupado, enfadado, siente rabia, frustración e impotencia. Y no es opinable lo que siente la ciudadanía, ni cada persona, porqué las emociones, son las que son. No podemos cambiar lo que sentimos, sino que sólo podemos vivirlo.

Las personas, debemos saber vivir las emociones. Las debemos saber vivir y superarlas y tratar de encontrar la objetividad para hacer el análisis correcto y desde ahí decidir cuál es el mejor camino  a seguir para alcanzar el objetivo que se quiere conseguir.

Para algunos o para muchos, hoy, la independencia es la solución, dado que es el modelo jurídico que nos aleja y aísla del foco del que proviene el dolor que sienten. Para otros es el diálogo y el acuerdo para encontrar fórmulas políticas que den respuesta a las diferencias que nos separan.

Más allá de encontrar soluciones políticas, -que deberán encontrarse para dar respuesta a un problema que afecta en muchos sentidos a miles de personas-, la base de la solución pasa por poner la atención en el respeto a los valores de todas las personas. Puede parecer una simpleza, pero en realidad es lo más importante y es el único camino real para llegar a la solución. Este es gran reto y lo que nos puede llevar a una sociedad más limpia, más equilibrada y más justa.

Hoy la sociedad catalana, no clama fundamentalmente- por la independencia, por el federalismo o por la confederación como respuesta jurídica o política, sino que pide una sociedad que funcione por valores:

RESPETO para todos: para que somos todos y cada uno de nosotros.

Un trato JUSTO para todos. Un sistema judicial independiente, objetivo y profesional que trate por igual a todos y partiendo realmente de la presunción de inocencia.

HUMILDAD: todos somos iguales. Nadie es más que nadie. Nadie debe ser ganador ni perdedor. Todos debemos estar bien.

• Unos gobernantes ÉTICOS y NOBLES que piensen en el bien de todos y no en el bien individual ni de partido.

Necesitamos pues aprender, lo que nos aporta el liderazgo transformacional.

Se trata de que todos nos traten y nosotros tratemos a los demás, como quisiéramos ser tratados. Y eso nos obliga a excluir el juicio, la culpa y el menosprecio hacia las otras personas, piensen lo que piensen y sean como sean.

El objetivo grande y noble es  encontrar el camino que dé lo mejor para todas las persone, dejando atrás los egos personales, las creencias limitantes y todo ello hacerlo con humildad, esfuerzo, generosidad y coraje, trabajando juntos por el bien común.

Este es el verdadero reto de hoy. El hacer una sociedad fundamentada en valores y que funcione sin el juicio, la culpa y el menosprecio hacia los demás. Debemos ser capaces de construir entre todos, con emoción, sí, y también con la razón, con serenidad y madurez,  nuestro país, -sea con la fórmula jurídica que sea- sinó seguirá llorando por muchas razones.

Es un reto difícil. Pero es el camino que podemos hacer para contribuir a hacer un mundo mejor entre todos.

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