“Raise the bar”. Caminando por la cresta de la cima

Como he escrito y dicho en muchas ocasiones, el liderazgo se aprende.

Son muchos los académicos que han escrito que el líder no nace, sino que se hace. Es decir, se aprende a ser líder. Basta querer aprender y hacerlo con altas dosis de coraje y con mucha humildad para aprender de los errores.

Para ser líder hay que poner el foco en la mejora continua. Ciertamente la mejora continua implica adquirir conocimientos técnicos, así como conocimientos actitudinales lo que implica aprender sobre la propia gestión emocional.

Identificar debilidades y fortalezas es necesario.

Es fundamental darse cuenta de cuáles son las propias inseguridades personales, especialmente de aquellas más escondidas y sutiles que, son a menudo, de difícil percepción. Las inseguridades personales se muestran con diferentes formas e intensidades y nosotros somos los primeros en negarlas o evitar reconocerlas.

En general las personas estamos bien en nuestra zona de confort. A veces estas zonas de confort son muy incómodas, pero para las personas normalmente es mejor permanecer en una zona incómoda conocida, que atrevernos a dar el paso hacia un espacio desconocido, aunque podemos intuirlo más confortable.

La biología siempre ocupa un espacio en nuestro hacer diario, y las personas tendemos a ser conservadoras en frente de lo que nos es desconocido, pues éste implica incertidumbres y por lo tanto nos informa que puede tener riesgos que nos pueden poner en peligro. Espíritu de supervivencia en estado puro.

Los espacios especialmente inconfortables nos hacen crecer y en el crecimiento personal está el desarrollo de nuestro liderazgo.

Los espacios incómodos nos obligan a ponernos en contacto con nuestras fortalezas y con todos nuestros recursos, para superarlos y sobrevivir. Sólo en este espacio, nos vemos obligados a afrontar de frente nuestros miedos y nuestras inseguridades. Es entonces cuando decimos que viviendo en la cresta de la cima, -Raise the bar, y desarrollamos nuestro liderazgo.

Las zonas de confort, dan poco aprendizaje, pues nos esforzamos poco en utilizar nuestras propias herramientas para superarnos y ser más completos y más sabios. En definitiva las zonas más incómodas nos hacen más líderes.

Es pues importante tomar conciencia del aprendizaje que nos da la incomodidad. Esta incomodidad puede expresarse de muchas formas: entorno familiar difícil, compañeros de trabajo desalineados y / o poco preparados, directivos sin liderazgo, proyectos profesionales inciertos, desalineamiento de valores en el entorno, mercados complejos, competencia feroz …

Lo más habitual es que en estas zonas de incomodidad, la queja ocupe mucho tiempo y espacio, combinada con la culpa hacia los demás.

Y es recomendable, aprovechar estas situaciones para poner el foco en cómo es nuestro liderazgo y cómo lo desarrollamos. Algunas preguntas pueden ayudar:

  • ¿Qué nos mantiene realmente en esta situación que nos es incómoda?
  • ¿Qué nos aporta esencialmente la actual situación?
  • ¿Qué nos impide dejar atrás esta zona?
  • ¿Qué quiero?
  • ¿Cuáles son mis fortalezas para ir la zona deseada?
  • ¿Qué me da miedo realmente?

Sería bueno responder a estas preguntas, dejando momentáneamente al margen el aspecto económico, pues sólo así podremos responderlas sinceramente.

Así pues, podemos tomar conciencia de que los tiempos que vivimos en la cresta de la cima de la montaña, son las etapas que contribuyen de una manera directa a construir nuestro liderazgo.

¿Probamos de salir de nuestra zona de confort y damos un paso más adelante?

Exploremos …

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