Señores y señoras: hagan política, no politiqueo
Señores y señoras: hagan política, no politiqueo
Si pudiéramos elevarnos por encima de las pasiones, sentarnos en una nube y observar el mundo con ojos imparciales, contemplaríamos una realidad descarnada: guerras engendradas por la ambición económica y los egos, diferencias abismales entre regiones que despilfarran fortunas, por ejemplo, realizando turismo a Marte, mientras otras arriesgan la vida en pateras huyendo de la miseria, pagando cantidades ingentes a mafias que trabajan para su muerte.
En esta visión trascendente, destacaría de forma especialmente conmovedora la catástrofe provocada por la DANA en la Comunitat Valenciana. Unas inundaciones que, según cifras oficiales, a fecha de hoy, han segado 215 vidas y han hecho desaparecer a 78 personas más, con 48 cuerpos aún pendientes de identificación. Un total aproximado de 845.000 afectados, muchos de ellos agravados por el enorme impacto económico sobre la actividad empresarial de esta próspera región. Se han visto afectados 220.000 empleos y más de 4.000 empresas industriales han sufrido graves daños.
En conjunto, los cerca de 70 municipios afectados concentran el 30% de la población provincial, el 34,5% del PIB y el 34,4% del empleo de la provincia de Valencia.
Y en medio de esta devastadora tragedia, nos hemos encontrado con un gobierno autonómico absolutamente desbordado y falto de liderazgo efectivo.
Un presidente ausente de los núcleos de decisión críticos, justificándose en diversas reuniones de trabajo y en una inexplicable “comida de trabajo” mientras los ciudadanos ya estaban muriendo, sufrían y clamaban auxilio.
Una consejera de Interior y Justicia, de quien dependía el área de Emergencias, que tampoco estuvo a la altura de la situación. No tomó decisiones, no asumió su responsabilidad. No actuó con diligencia. Se dice de ella que el problema es que es “insegura“. Y un secretario autonómico de emergencias, con un perfil claramente político y de saltimbanqui entre diferentes partidos, que demostró su falta de capacidad para afrontar una crisis de esta magnitud.
Pero claro, me pregunto: ¿Cuál es el objetivo real de estos “cargos políticos”?:
¿Mejorar la vida de la población? ¿Protegerles? ¿O disfrutar de todo lo que les da el puesto? Por cierto, todo lo que les da es superfluo (coche oficial, secretarias, parabienes, felicitaciones para hacerles la pelota y reverencias).
Para las personas inseguras, ocupar posiciones de poder les va como anillo al dedo. A su lado, todos les adulan y así sus propias inseguridades quedan en segundo plano.
Aunque… Pero cada uno de ellos saben perfectamente que existe la dualidad entre los “falsos” aplausos y parabienes, con las inseguridades que cada uno de ellos siente.
En vez de asumir errores y rectificar, trabajando y haciéndolo con dedicación absoluta y rigor, las máximas autoridades se han limitado a buscar justificaciones inverosímiles que solo logran ofender más a la población damnificada.
13 días después, el lodo aún cubre más de 70 localidades en una imagen de parálisis institucional inaceptable.
Para quienes creemos en el humanismo como brújula ética, ver tanta incompetencia y falta de verdadero liderazgo solo puede producirnos indignación. Nadie cuestiona que errar es humano, pero los líderes deben tener la grandeza de alma, de reconocerlo, de pedir perdón y aprender de los errores. No salen reforzados, aferrándose a los cargos con explicaciones que nadie se cree.
Necesitamos políticos que dejen el politiqueo y hagan política de verdad al servicio de los ciudadanos. Personas rigurosas, sí, pero también con valores como la ética, el respeto, el compromiso y la humildad.
Líderes que antepongan el bien común a los intereses partidistas o personales. Servidores públicos vocacionales capaces de estar a la altura incluso en las peores adversidades.
Y por favor, señores y señoras que ocupan puestos políticos, dejen de culpar a los demás. Dejen los discursos vacíos.
Mírense al espejo y respóndanse a las siguientes preguntas con la mano en el corazón:
- ¿Qué estoy haciendo yo realmente para que los padres y madres encuentren a sus hijos, padres, madres, amigos, en la Albufera, entorno embarrado o en el mar?
- ¿Qué estoy haciendo yo realmente para que todas estas 860.000 personas puedan vivir lo antes posible con dignidad?
- ¿Qué estoy haciendo yo realmente para que este barro, este lodo, desaparezca de sus calles y de sus casas?
No jueguen con promesas de cifras de millones que les van a llegar. Denles de forma inmediata el dinero y la ayuda de todo tipo que necesitan.
De momento, la UME, los servicios de seguridad y emergencias y miles de voluntarios hacen las funciones que deberían haber puesto en marcha ustedes el lunes 28 de octubre, no el 29 de octubre, cuando ya era demasiado tarde.
Quienes ocupen los puestos políticos, —espero que no sean las personas actuales-— no paren de dedicarse a cada uno de los afectados. No paren hoy, ni mañana, ni dentro de un mes, ni dentro de un año, ni de cinco. Las heridas de todos ellos nunca se van a curar. Pero la obligación de los responsables políticos es dedicar su vida a ellos.
Mírense al espejo y hagan el esfuerzo de ser sinceros con ustedes mismos y con los demás. Sean humildes y conecten un minuto con la bondad. Lo demás, de verdad, cuando mueran, no habrá tenido ningún sentido. Y si no, pregunten a los miles de afectados qué es lo que para ellos tiene sentido.
Si no aprovechamos la experiencia de la DANA en la Comunitat Valenciana para exigir un liderazgo político honesto y de valores, seguiremos condenados a ser superados por las crisis una y otra vez.
La ciudadanía se merece mucho más que politiqueo, excusas e incompetencia. Se merece que servidores públicos ejemplares que los representen con total dignidad. Actuemos en consecuencia antes de que sea demasiado tarde.
En mi blog comparto reflexiones y pensamientos sobre los fundamentos que han de garantizar el buen funcionamiento de las organizaciones, situando en el centro a las personas y poniendo énfasis en la dirección por valores y en el liderazgo de los directivos.
En un momento como el actual, el respeto, la potenciación del talento y el establecimiento de relaciones de confianza son necesarios para el éxito de las empresas.