Vencer los miedos y crear visión estratégica
Vencer los miedos y crear visión estratégica
A través de mi experiencia en liderazgo, he tenido la valiosa oportunidad de reflexionar con diversas personas sobre la crucial importancia de forjar una visión estratégica sólida dentro de cualquier organización.
Esta visión estratégica no surge de manera innata, sino que es una habilidad que se puede y se debe cultivar y aprender.
Uno de los principales obstáculos que impide desarrollar esta visión estratégica es, una vez más, las inseguridades personales y el miedo.
Tener una visión potente que permita llevar a una organización al éxito requiere que sus miembros posean el coraje y la generosidad necesarios para materializarla.
Las inseguridades personales a menudo conducen a desear una visión estrecha, en la que la seguridad proviene de rodearse de amigos que harán lo que se les indique, aunque sea algo pequeño. Es rodearse de aquellas personas que hablarán de lo que uno ya conoce. De crear proyectos del tamaño que los que se reúnan puedan alcanzar.
La creación de una visión importante, grande y potente implica avanzar a través de etapas de incertidumbre, sin saber exactamente cada detalle de cada paso.
Para quienes se sienten inseguros, es más fácil conocer los detalles desde el día cero que abrazar el objetivo final en grande.
Permitirse la incertidumbre para avanzar es tener seguridad en lo que se quiere y se va a alcanzar, aunque a veces no se tenga una imagen totalmente definida en detalles, pero sí en contenido.
Cuando nos sentimos inseguros, “necesitamos” escribir el plan de acción, paso a paso, detalle a detalle, y poner a nuestros “amigos” en el equipo para garantizar que “controlamos” el proceso. Las inseguridades personales se transforman en mensajes como: “necesitamos escribir el plan en concreto, en detalle, poner a todos los miembros necesarios y después ya haremos el recorrido para el objetivo“.
En ocasiones, ante la definición de un objetivo importante para la organización, también surge el intento de algunas personas inseguras de introducir elementos ideológicos. Esto les puede brindar una sensación de seguridad adicional, aunque no lo reconozcan abiertamente. Sin embargo, debemos ser valientes y tener el coraje de superar estas inseguridades para ser capaces de crear y creer en un gran objetivo organizacional, libre de sesgos ideológicos.
No se trata de no trabajar ni de no preparar lo necesario para alcanzar los objetivos importantes. Deberemos contar con personas, equipos y profesionales para llevarlo a cabo o tener la certeza de que podremos contar con ellos cuando sea necesario. Pero lo que no debe existir es pedir la realización de un plan para después definir el objetivo.
¡Tantas veces debemos avanzar trabajando en diversos frentes para llegar a él! Y esto no es improvisación, sino tener la seguridad de avanzar hacia un gran objetivo, creando en cada paso lo necesario.
Por mi profesión, he escuchado en muchas ocasiones que se reniega de proyectos con enormes objetivos potenciales. Y ¿cómo se hace? Nunca diciendo directamente lo que no gusta o lo que no se comparte, sino buscando excusas y subterfugios para desgastar y despreciar el proyecto que se plantea.
Los líderes verdaderos no nacen, se forjan.
Y un componente fundamental del liderazgo es tener la valentía de abrazar una visión estratégica ambiciosa, a pesar de las incertidumbres inherentes.
Las inseguridades personales nunca deben ser una excusa para limitar el potencial de crecimiento de una organización.
Para lograr el éxito, debemos dejar atrás los miedos, las excusas y los sesgos ideológicos. Necesitamos líderes valientes que inspiren a sus equipos, que fomenten una mentalidad emprendedora y que estén dispuestos a navegar por aguas desconocidas en pos de una visión clara y transformadora.
Solo así podremos alcanzar nuestros objetivos más ambiciosos y llevar a nuestras organizaciones a nuevas cimas de excelencia.
En mi blog comparto reflexiones y pensamientos sobre los fundamentos que han de garantizar el buen funcionamiento de las organizaciones, situando en el centro a las personas y poniendo énfasis en la dirección por valores y en el liderazgo de los directivos.
En un momento como el actual, el respeto, la potenciación del talento y el establecimiento de relaciones de confianza son necesarios para el éxito de las empresas.