Liderazgo : pondera la emoción y la razón
El campo del liderazgo es amplio, profundo y complejo. Ya he dicho en muchas ocasiones que la palabra liderazgo se utiliza indiscriminadamente y erróneamente. Se utiliza el concepto líder como sinónimo del representante de una organización, empresa o partido político.
A menudo se confunde directivo con líder.
Nada más lejos.
La sociedad está llena de directivos sin liderazgo y de líderes que no son directivos.
Por lo tanto hay personas con liderazgo que no tienen responsabilidades sobre equipos, proyectos o sobre temas que afectan a la sociedad. Es su elección.
Es imprescindible que un directivo haya desarrollado su liderazgo. Si no lo hace el entorno, la organización o la sociedad se resiente de ello.
Un líder elige y decide qué hace: ser directivo, artista o presidente del gobierno.
En esta confusión del concepto de líder, algunos introducen la importancia de actuar por emociones. Y si, es importante tener en cuenta las emociones y dejarse llevar, en parte, por ellas. Todos tenemos que mantener la ilusión de transformar sueños y deseos en realidad y nos debemos permitir creer que podemos conseguir lo que deseamos.
Hay una frase, que creo que define muy bien el cómo debe actuar en este sentido un líder:
El líder tiene en la cabeza en el cielo y los pies en el suelo.
Y es así. La emoción forma parte del motor de las acciones. Pero debemos tener siempre claro que las emociones, las ilusiones y los sueños, para poder hacerse realidad requieren de trabajo, de método, de esfuerzo y sobre todo de baños de realidad.
Cuando nos refugiamos en vivir en un sueño, que objetivamente no tiene posibilidades de hacerse realidad o al menos no las tiene en en tiempo futuro cercano que se pueda definir, nos estamos engañando y a veces, haciéndolo, engañamos a los demás.
El liderazgo nos compromete con la honestidad para saber identificar, definir y proyectar lo que queremos. Incorpora el motor de la ilusión por hacerlo posible. Pero también nos obliga a tener el coraje y la valentía para saber cuándo nos engañamos viviendo una irrealidad sabiendo que en el fondo no es posible conseguirla.