Liderazgo. Es equilibrio entre dos motores: Querer y el miedo a no ser querido

Liderazgo. Es equilibrio entre dos motores: querer y el miedo a no ser querido.

El post de hoy es un reflexión resultado de los años de experiencia en el desarrollo del liderazgo de las personas.

Quizás este es un post más propio de un psicólogo que de un coach o de un experto en liderazgo, pero me parece interesante compartir mi visión como resultado de la experiencia de mis años de profesión.

En general todas las personas queremos gustar a los demás. Es por ello que todos intentamos ocultar o disimular nuestras debilidades y nuestras inseguridades y nos esforzamos para mostrar a los demás, lo mejor de nosotros mismos. Y es por eso que ponemos especial atención en el aspecto físico (peso, forma física, vestir, imagen, cuidado de nuestro cuerpo …) más allá de la responsabilidad de hacerlo por nuestra salud. Y también queremos mostrarnos como buenos profesionales y buenas personas. Incluso, podemos tener la necesidad de ocupar lugares relevantes socialmente para mostrar al mundo nuestra gran  “capacidad”.

Y todos queremos agradar a los demás para que, -en definitiva-, queremos obtener su aprobación.

En esta voluntad de tener el reconocimiento de los demás, está implícita la necesidad de sentirnos reconocidos y valorados.

En definitiva, todas las personas queremos querer  y ser queridos. Es por ello que queremos gustar.

En muchos casos la fortaleza emocional que tenemos como adultos, es proporcional a cómo nos hemos sentido queridos en la infancia.

He escrito en muchas ocasiones que estoy segura el 99,9% de los padres quieren a sus hijos. Según la época y educación que los padres han recibido, han sabido mostrar mejor o peor el amor hacia sus hijos. Padres que crecieron en la dictadura y en la guerra, priorizaron la exigencia, y,  a menudo la relación fría con los hijos por encima de la expresión de su amor con ternura.

En líneas generales cuando más y mejor nos hemos sentido queridos menos inseguridades tenemos. No siempre se da esta regla, pues es cierto que hay personas que han tenido padres fríos y con muestras espartanas o escasas de amor que han tenido la capacidad de ser seguras de sí mismas. Son personas que han sabido dar como respuesta la resiliencia y estos hechos lejos de hacerlos inseguros, los han hecho más fuertes.

Y el liderazgo bebe en buena parte de esta historia personal. Una parte importante de personas que ejercen bien su liderazgo son personas que han sentido que se las ha querido y valorado y han recibido el amor de la forma que necesitaban.

El desarrollo del liderazgo requiere muy a menudo de trabajar las inseguridades personales. Y muchas de las inseguridades se han establecido en los primeros años de la vida viviendo -aunque fuera inconscientemente y con unas ciertos dudas-, el amor  y el reconocimiento de sus padres y entorno.

La frialdad en la exprersión del amor  y la falta de valoración se expresa de muchas formas.

Expresiones como:

  • “Fíjate en tu hermano como es de brillante”
  • “Eres un verdadero desastre! Tienes que mejorar! “
  • “Lo que has hecho está bien, pero lo tienes que hacer mucho mejor”
  • “Lo que necesitas es más disciplina. No obtienes los resultados que de ti esperamos “.
  • “Fíjate con tu compañero o amigo. Él si que es bueno “.O .. padres que no han sabido ver las necesidades del niño o niña … y estos se han sentido desprotegidos …
  • Y como no .. padres o madres que pueden haber tenido problemas diferentes (adiciones de todo tipo -alcohol, drogas, victimismo …) y que han dedicado insuficiente atención a los niños o han tenido comportamientos inadecuados.
  • Maestros severos que no han aplicado ninguna metodología didáctica ni emocional …En definitiva el ser humano responde como si se tratara metafóricamente del funcionamiento de un motor que tiene dos cilindros.

Cuando el motor gira con una energía que está formada por la seguridad interna, el liderazgo es mucho más fácil de alcanzar.

Cuando el motor gira en sentido inverso, es decir la energía que lo hace girar está formada por inseguridades y por el miedo a no ser reconocidos y queridos, el liderazgo está mucho más lejos de ser realidad.

Las inseguridades se ven con facilidad en las personas, por mucho que intentemos disimularlas. La necesidad de reconocimiento, de valoración y de ser querido se hacen presentes en las actuaciones diarias. Cuando no hay necesidad de valoración y de sentirse amado, el liderazgo es muy fácil de hacerse presente.

Sabemos que el motor gira con la energía de inseguridades cuando las personas dan muestras de prepotencia, de soberbia, de celos, de querer ser el centro de atención, de querer más atención de lo que sería lógico …

Sabemos que el motor gira con energía de seguridad interna, cuando la persona actúa porque siente que tiene sentido lo que hace y porqué lo cree. Trabaja sin tener como objetivo captar la atención de los demás, sea de la forma que sea. No lo hace para ser reconocido, sino que lo hace porque lo cree.

Los buenos líderes son seguros de sí mismos y las inseguridades que tienen las conocen perfectamente y las gestionan.

Puedes leer más sobre inseguridades personales pulsando aquí….

Por lo tanto el liderazgo es el resultado del funcionamiento del motor interno en el que el cilindro de la seguridad interna gira con mucha más fuerza que el de las inseguridad personales.

En definitiva, el liderazgo se hace presente cuando el motor del amor, que ama y quiere querer, gira con una velocidad superior al motor interno de las inseguridades personales que gira en sentido contrario pidiendo y exigiendo amor a los demás, para compensar sus carencias.

El liderazgo se puede y se debe aprender, y es por eso que cualquiera que sea nuestra historia, todos tenemos la capacidad de cambiar la energía de nuestro motor interno, para disponer de un motor que dé y reciba amor de forma limpia, generosa, transparente y sincera.

Identificar nuestras inseguridades es esencial. Las tenemos que identificar para superarlas.

En función de cómo haya sido nuestra vida, será necesario hacer el proceso con la ayuda de un psicólogo y una vez superadas las heridas y cicatrices más profundas, es el momento de mirarse en el espejo y buscar nuestro liderazgo. Y podremos hacer que el motor del amor más puro, -con nosotros y con los otros-, gire y gire de forma imparable.

Esto es lo que necesita la sociedad y cada uno de nosotros para vivir en un mundo armónico y en paz.

Las relaciones y todos nosotros lo necesitamos.

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