Mirar, ver y tocar los intangibles

Vivimos en la sociedad de la alta velocidad de la información. Lo que acontece donde estamos, en pocos momentos se conoce en todo el planeta. El twits dan información inmediata. Y Internet nos da acceso a todo tipo de información, ya sea veraz o falsa.

Las redes sociales nos ponen en contacto. A través de ellas decimos que tenemos “amigos” de los que de una buena parte no sabemos nada o poco, sobre cómo están realmente, qué sienten, qué celebran o que necesitan vitalmente. Y muchos de ellos, no son nuestros amigos en el sentido puro de la palabra.

El consumo forma parte de nuestra realidad. Ropa y moda a muy bajo precio, permite la renovación continua de nuestro vestuario. Accesorios tecnológicos forman parte de nuestro carrito de la compra.

Estos elementos nos llevan a vivir con acciones y reacciones simples.

Un twit de una persona que está en política puede generar un tsunami de reacciones, en el que sólo algunos se plantean si lo que ha dicho es veraz o simplemente es una opinión y un instinto del momento o a qué intereses responde.

Los influencers y youtubers triunfan a través de canales de comunicación que conectan con el deseo de recibir unos determinados mensajes, a menudo vacíos de contenido.

En nuestra sociedad cada día se da más valor al ruido. Ruido en forma de palabras, imágenes y compras.

En paralelo coexisten los canales con mensajes de autoayuda con frases elocuentes de sus principales autores. Las redes apelan a las frases de Pablo Coelho y a las de la Madre Teresa de Calcuta. Hecho lógico, si comprendemos el vacío que nos deja este ruido y la necesidad vital de las personas de conectar con lo más esencial.

Es fácil escuchar a las personas, –si las escuchamos realmente-, reclamando atención y un trato justo. De hecho, en medio del ruido, todos queremos ser escuchados, queridos y respetados.

Los intangibles son el fundamento de una sociedad.

Es un intangible, la capacidad de establecer relaciones personales de calidad basadas en la sinceridad, la lealtad y el respeto.

Es un intangible, la capacidad de trabajo en equipo y el establecimiento de relaciones profesionales basadas en la confianza.

Es un intangible el rigor, la sinceridad y la veracidad.

Es un intangible el conocimiento y la educación.

Los valores son un intangible.

Los gobiernos, independientemente de la etapa y nivel que sean, priorizan las acciones con tangibles. Es decir, priorizan hacer edificios por encima de la educación y del conocimiento. En la práctica harán antes un hospital que la ampliación de la plantilla de médicos o de enfermeras y harán escuelas antes de que maestros y harán auditorios musicales antes que músicos o policías.

En las empresas se valora la titulación recogida en currículum académico por encima del conocimiento y las competencias personales.

Las instituciones optan antes por los propios intereses y por su cuenta de resultados que para la atención a los colectivos a los que representan.

En definitiva es momento de darnos cuenta que los INTANGIBLES son el gran valor que sustenta una sociedad.

Es momento de tomar conciencia, porque poniendo sólo la atención en lo que podemos tocar con las manos, estamos llevando a nuestra sociedad a un camino sin salida.

Puede ser todos lo vemos. Algunos sufrimos y pocos nos comprometemos.

Es hora de dar valor a los intangibles, al conocimiento, a las competencias personales y a actuar por valores.

Los tangibles deben estar fundamentados por los intangibles, sino nada tendrá sentido.

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